jueves, 26 de noviembre de 2009

DIÁLOGO


Definición. Es una conversación entre dos o más personas, mediante la que se intercambian información y se comunican pensamientos sentimientos y deseos. Puede ser oral o escrito.


Características del diálogo oral.


Características.


• Las personas que hablan se llaman interlocutores.
• Es muy expresivo puesto que intervienen los gestos, la entonación y la actitud.
• Es espontáneo y se utilizan frases cortas y simples.
• Suele tener errores y frases sin terminar.


Un buen diálogo.


• Respetar al que habla.
• Hablar en tono adecuado.
• No hablar todos a la vez.
• Saber escuchar antes de responder.
• Pensar en lo que dicen los demás.
• Admitir las opiniones de los demás.


La falta de diálogo provoca distanciamiento entre padres e hijos pues las personas existen en el ámbito de la comunicación. Nadie puede vivir, crecer, desarrollarse y amar sin comunicación, sin otros con los cuales dialogar, establecer relaciones y vínculos. El diálogo en familia permite intercambiar ideas, opiniones y escuchar las razones del otro. También, admite que no se posee toda la verdad y que no todos piensan lo mismo.


A través del diálogo, padres e hijos se conocen mejor, conocen sobre todo sus respectivas opiniones y su capacidad de verbalizar sentimientos.
El diálogo facilita acuerdos prácticos, elaboración conjunta de normas y proyectos, mejorar las relaciones de la familia, obtener mejores resultados en el trabajo común, evitar muchos malentendidos y conflictos y a resolver los problemas surgidos.


Dialogar es la solución para tener una familia bien constituida y cimentada en la palabra, pero la falta de dialogo o de comunicación en el hogar puede poner en riesgo su estabilidad. Por ejemplo, cuando un carro funciona sin aceite se funde, cuando en una familia no hay dialogo también se funde.


Los padres deben tener un dialogo muy fluido con sus hijos, donde cada palabra será para estimularlo, dar cariño, instruir con amor y darle confianza.


Todos en una familia deben expresar lo que sienten. La mayoría de los desacuerdos tiene que ver con malos entendidos.
Para mejorar la comunicación son esenciales la voluntad, el interés, y la disponibilidad por parte de sus miembros. Además, para que sea posible fomentar la capacidad de diálogo, las personas deben poseer un nivel suficiente de confianza en sí mismas (autoestima); también tener un nivel mínimo de confianza en los demás; de lo contrario les será imposible escuchar, valorar sus ideas y puntos de vista y admitir parte de la verdad que contienen


Si lo que se quiere es una familia unida, la mejor vía, el más acertado camino, es por la comunicación.
Nunca está de más recordar que EL PRINCIPIO DE TODA RELACIÓN ES UNA BUENA COMUNICACIÓN

DESARROLLEN LA SIGUIENTE ACTIVIDAD DE ACUERDO A SU CRITERIO PERSONAL DE LAS DIFERENTES FORMAS QUE REACCIONARÍAN USTEDES FRENTE A LAS SIGUIENTES SITUACIONES E IMPRIMAN.

Emplear la asertividad es saber pedir, saber negarse, negociar y ser flexible para poder conseguir lo que se quiere, respetando los derechos del otro y expresando nuestros sentimientos de forma clara. La asertividad consiste también en hacer y recibir cumplidos, y en hacer y aceptar quejas.

El elemento básico de la asertividad consiste en atreverse a mostrar nuestros deseos de forma amable, franca, etc., pero el punto fundamental consiste en lanzarse y atreverse. Lo que se expone en esta página puede ayudarnos a mostrar lo que sentimos y deseamos, porque sabemos que lo estamos haciendo de forma adecuada, que nadie se puede ofender. Esto nos ayudará a atrevernos a hacerlo. Pero cuando la ansiedad y el miedo son demasiado grandes hasta el punto de que nos dificultan o impiden expresar nuestros deseos, hemos de plantearnos una estrategia para superarla

Situación 1:

Un amigo acaba de llegar a cenar, pero una hora más tarde de lo que había dicho. No ha llamado para avisar que se retrasaría. Estás irritado por la tardanza. Tienes estas alternativas:
1. CONDUCTA PASIVA.
2. CONDUCTA ASERTIVA.
3. CONDUCTA AGRESIVA.

Situación 2:

Un compañero de trabajo te da constantemente su trabajo para que lo hagas. Decides terminar con esta situación. Puedes crear la situación preguntándole como lleva su trabajo o esperar a que el la cree cuando te pida otra vez a le ayudes haciéndole algo. Las alternativas podrían ser:
1. CONDUCTA PASIVA.
2. CONDUCTA AGRESIVA.
3. CONDUCTA ASERTIVA.

Situación 3
Vas a un restaurante a cenar. Cuando el camarero trae lo que has pedido, te das cuenta de que la copa está sucia, con marcas de pintura de labios de otra persona. Se trata de llevarse bien con el camarero para que nos sirva bien, pero eso no es un buen servicio, podrías:
1. CONDUCTA PASIVA.
2. CONDUCTA AGRESIVA.
3. CONDUCTA ASERTIVA.

Hechos

Sentimientos

Conductas

Consecuencias

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TOLERANCIA


Etimológicamente proviene del término latino “tolerare” que significa soportar. Cuando decimos estos cimientos no toleran el peso de la pared, significa que no la soportarán, y la estructura se derrumbará. La expresión “no tolero a este chico”, quiere decir que no lo soporta, y que no es capaz de cuidarlo sin riesgo para su salud física o mental. La tolerancia en medicina supone que el organismo es capaz de resistir algún alimento o medicamento, sin producir desequilibrios orgánicos.

Usamos muchas veces usamos la palabra tolerancia en sentido positivo, para designar que sí se puede soportar o resistir ciertas cosas, como opiniones diferentes de cuestiones generales (tolerancia ideológica) o religiosas (tolerancia religiosa) o políticas.

El edicto de Tolerancia, promulgado en Roma por el emperador Galerio, en el año 311 puso fin a las persecuciones contra los cristianos. Hasta ese momento los cristianos eran perseguidos y sus creencias no toleradas.

La tolerancia es un valor fundamental en el mundo democrático, que significa aceptar al otro como igual, a pesar de sus diferencias, y viendo en ellas algo positivo para crecer y enriquecerse. No significa indiferencia (dejarlo hablar o actuar pero apartarlo de nuestro camino) sino interactuar, intercambiar ideas, con respeto y estima.

La tolerancia como valor nos compromete a escuchar, y valorar los pensamientos ajenos aunque no coincidan con los nuestros, pero no implica el respeto por opiniones o hechos delictivos o inmorales. Si bien los valores pueden diferir de una a otra cultura, existen algunos valores universales cuya transgresión no puede ser tolerada, como por ejemplo el respeto a la vida o a la libertad.

REALICEN ESTE TEST E IMPRIMAN.
Test de tolerancia:


1. Caminas por la vereda y un tipo (o una chica) te dice un piropo.

A: Le sonreís amablemente.

B: Haces como que no escuchaste nada.

C: Arrancas una baldosa y le sigues tres cuadras gritando obscenidades y tratando de partirle la cabeza.


2. Subes al colectivo cargada/o de bolsos y con un bebé en brazos, se desocupa un asiento y el gordito parado al lado tuyo se abalanza para ganártelo.

A: Le sonreís amablemente.

B: Te haces el/la quemimportista como diciendo “y a mí qué?”

C: Te paras al lado del asiento, al primer saltito del colectivo le pones un rodillazo en el mentón que lo deja dormido en el piso y te sientas no sin antes pisarle una mano con el taco

3. Estás en la cola del banco y una señora mayor distraídamente se coloca adelante tuyo.

A: Le sonríes amablemente.

B: Disimuladamente te le vuelves a poner adelante y la miras por sobre tu hombro.

C: Señalas hacia fuera gritando y cuando todos se dan vuelta le acomodas un cross de derecha que le hace volar los postizos debajo del escritorio del gerente.

4. Vas manejando y un cadete con su bicicleta te cierra el paso en la esquina y te hace clavar los frenos.

A: Le sonríes amablemente.

B: Te bajas y le explicas que tiene que ser más cuidadoso.

C: Lo llamas, y cuando se acerca le abres la puerta de golpe para dejarlo tirado en la calle, arrancas, le pasas por arriba a la bicicleta yendo y viniendo hasta que parezca dibujada en el pavimento para alejarte haciéndole fuck you mientras lo miras por el espejo.


5. Te levantas a la mañana y ves que tu vecino dejó toda la noche el regador prendido y te mojó el diario que estaba en tu puerta. Vas hasta la casa, tocas timbre y…..

A: Le sonríes amablemente.

B: Le muestras el diario mojado con cara de ¿y ahora qué hacemos?

C: Tiras el diario al piso y cuando se agacha a recogerlo le metes un codazo en la nuca, lo agarras de los pelos y lo llevas arrastrando hasta la puerta de tu casa para obligarlo a beberse el agua que llegó hasta allí.


6. Vas a salir y encuentras un auto estacionado frente a tu garage con el cambio puesto. Después de 30 min. aparece el dueño, te mira, se sube y está por irse como si no hubiera pasado nada.

A: Le sonríes amablemente.

B: Lo llamas y le pides más observación para la próxima.

C: Anotas la matrícula, te vas a la policía y consigues la dirección del tipo, compras un camión volcador de cemento de secado rápido y a las 2 de la madrugada se lo vacías en el garage para que aprenda lo feo que es no poder sacar el auto.
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viernes, 13 de noviembre de 2009

CONFIANZA




Si consultamos en los diccionarios el sentido de la palabra confianza, aparece que es ante todo un sentimiento de seguridad del que se fía de alguien, del que se da a alguien o a algo. Este sentimiento de seguridad no es solamente individual, puede existir en un pueblo entero en virtud de la situación política o del estado de las cosas.

Equivale entonces al sentimiento de certeza. Ese mismo sentimiento que aparece cuando el individuo confía en sí mismo. Entonces requiere audacia y valentía. La confianza es también un apoyo que el individuo o el elegido le dan por ejemplo a su Gobierno mediante la mayoría parlamentaria.Todo es cuestión de confianza. Sin ella no podemos convivir. Toda nuestra existencia gira en torno a la confianza/desconfianza en los otros, y también en nosotros mismos.


Al subir a un avión ponemos nuestra vida en manos del piloto. Si cogemos un taxi confiamos en que nos lleve a nuestro destino, por el camino más corto, y que nos cobre lo justo. Cuando nos sentamos a la mesa de un restaurante pensamos, en primer lugar, que los alimentos estarán en buenas condiciones. Al abrir la puerta de nuestra casa suponemos que el invitado se comportará con corrección.


La solidez de la pareja, de la relación comercial, del grupo de amigos, del equipo de trabajo, de la asociación, del partido político, de las organizaciones y del conjunto de la sociedad se basa, en gran medida, en la confianza que existe entre sus miembros. En el éxito de un grupo juega un papel fundamental la fuerza de la unión de sus componentes, y esta unión es, sobre todo, producto de la confianza.


La confianza es una poderosa energía. Se apoya en la firme esperanza y proporciona seguridad, optimismo, bienestar, alegría. La confianza nos hace más fuertes, más libres y también mejores. Por el contrario, el recelo lleva al temor, al malestar, a la insatisfacción. La duda, la inquietud, nos reprime, no nos deja actuar, dificulta que tomemos iniciativas, nos paraliza, sufrimos.


Para sobrevivir, el ser humano tuvo que aprender a confiar en el otro. Cuando el homínido dejó el árbol y se adentró en un medio desconocido y lleno de peligros encontró en la asociación con otros miembros de su especie la forma de no perecer. El vínculo social explica nuestro desarrollo, y esa unión se fundamenta en la mutua confianza.


El indefenso recién nacido enseguida experimenta que necesita de los otros, de los adultos. De ellos espera todo. Si le dan calor, si le cubren sus necesidades básicas y afectivas, y si le enseñan apoyándolo, el niño crecerá con confianza en sí mismo y en los demás.


Por el contrario, los niños que son reprimidos y castigados de forma arbitraria, aquellos que no sienten el afecto, suelen convertirse en adultos inseguros y recelosos (esta evolución también se observa en muchas especies animales: el perro que ha sido maltratado se comporta de forma huidiza y enseguida enseña los dientes). Si a una persona se le repiten mensajes como: «no sirves», «lo has hecho mal», «eres torpe», «eres malo», «eres un pecador» se acabará con su autoestima y verá a los demás como fuente de insatisfacción.


Claro que tampoco es bueno el extremo opuesto: no es bueno decir que todo es de color de rosa, ya que todos nos equivocamos y el mundo también es duro y existe el dolor, la maldad y la injusticia. La personalidad equilibrada, el individuo seguro de sí mismo y básicamente adaptado al entorno, se forma cuando es socializado mostrando que la realidad es compleja, que es fuente de satisfacciones y de sufrimientos, y que los seres humanos podemos ser capaces de comportamientos solidarios y egoístas, del bien y del mal.


Cuando el niño intenta sus primeros pasos escuchará de su padre y de su madre palabras de ánimo, de seguridad; expresiones que le transmiten confianza: «no tengas miedo, aquí estoy yo", "adelante, vas bien», «así se hace, estupendo», «no te preocupes, confía en mí». Y, entonces, estimulado y con una sonrisa, comenzará a caminar y verá que al final, en el extremo, se encuentran los brazos abiertos y protectores de sus padres.

Poco a poco, paso a paso, pedalada tras pedalada, confiando en los otros y comprobando que la fe que se deposita no es defraudada, nos vamos convirtiendo en individuos que podemos relacionarnos, en adultos que sabemos vivir en comunidad.


Consideramos amigos a aquellos en quienes podemos confiar; sabemos que ellos están para las maduras y para las verdes. Otra cosa son los conocidos o los compañeros; con esos nos reímos y celebramos cuando la situación es favorable para todos, pero cuando hay dificultades es fácil que cada uno vaya a lo suyo: el egoísmo suele asomar la cabeza.


Si se trata de una relación amorosa, el acuerdo sentimental implica la mutua entrega. El enamorado dice: «todo lo tuyo es mío», «somos uno», «te entrego mi corazón». Por eso, la infidelidad, el engaño, duele tanto, porque se ha faltado en lo más profundo. Y volver a reestablecer el vínculo de la confianza es difícil: se ha roto algo que se suele considerar fundamental (al reconocer la fragilidad de los sentimientos y para prevenir males mayores, algunos toman la precaución de establecer la separación de bienes; de esta forma, si el hogar se hunde, al menos cada miembro de la pareja puede salvar sus muebles).



Las relaciones comerciales se basan en una confianza no defraudada. El buen comerciante lo sabe: un cliente descontento es un cliente perdido y además difundirá su malestar. A medio y largo plazo el engaño no es un buen negocio.




La buena imagen de un establecimiento se logra cumpliendo lo prometido, respondiendo a las expectativas, no defraudando. La fidelidad del cliente se logra cuando se satisfacen sus necesidades. Si se mantiene la confianza de los clientes el negocio está asegurado. Para convencer a los consumidores de que merecen esa consideración, los supermercados LUPA se anuncian como: 'Tus vecinos de confianza', y la conocida marca de quesitos en porciones proclamaba 'De El Caserío me fío'.



En la tradicional tienda de ultramarinos se fiaba al vecino (es decir, se ayudaba al miembro de la comunidad) porque se sabía que en cuanto pudiese saldaría su deuda. La palabra era sagrada, era el mayor compromiso; el prestigio social del individuo estaba comprometido. En la actualidad a nadie se le ocurre decir a la cajera del gran centro comercial: «Mañana se lo pago, por favor, apúntelo».




Se sabe que la única opción que el sistema admite es el préstamo y este no se basa en la confianza, sino que se apoya en un aval (en una nómina, en unas propiedades o en el respaldo del capital). Además, la entidad financiera siempre cobra unos intereses; nada se fía, el préstamo cuesta.
Cuando una población no confía en sus instituciones y en sus políticos la Democracia se tambalea.




El sistema democrático está en crisis cuando los ciudadanos piensan que la justicia no es igual para todos (no es justa), cuando consideran que no todas las personas tienen igualdad de oportunidades y, además, cuando perciben que los dirigentes se preocupan de sus intereses particulares y de partido y no de procurar el bienestar general. Aquí es oportuno recordar la definición de Democracia que se ha atribuido a W. Churchill: «Es ese tipo de sociedad en la que si alguien llama a tu puerta a las 5 de la madrugada, sólo puede ser el lechero»; es decir, en la sociedad democrática el individuo puede sentirse seguro, confiar y dormir tranquilo.



La desconfianza en el pueblo vecino provoca que los países se armen, y cuando lo hace uno ya se sabe que el movimiento es siempre en espiral: cuanto más se arma un ejército más se arma el contrario, y junto a la carrera por acumular más armas que el otro, se incrementa el miedo y el odio, y el peligro. La historia así lo atestigua.



Nuestra biografía nos condiciona. Las experiencias anteriores hacen que estemos confiados o que, por el contrario, seamos recelosos. Cuando iniciamos una relación interpersonal no partimos de cero, el pasado nos influye. El que ha sido engañado anteriormente se acercará al otro con temor, quien ha vivido la honestidad establecerá relaciones más generosas. También es posible que el defraudado reaccione siendo especialmente cuidadoso y exigiendo, a los demás y a sí mismo, un comportamiento impecable.




En cualquier caso, la secuencia del encuentro con el otro es siempre la misma: al inicio nuestras defensas están puestas, hablamos de lo intrascendente, de lo admitido por todos; tomamos precauciones y apenas mostramos cómo somos, cuáles son nuestros problemas y qué sentimos; nos movemos en un plano superficial. En un segundo momento, si nuestras expectativas se van cumpliendo, empezamos a bajar nuestras barreras y mostramos más de nosotros, damos paso a comunicar nuestra intimidad. La confianza se gana y se pierde; mejor dicho, se gana poco a poco y se pierde con rapidez, y cuando se ha roto es difícil de reestablecer.



La confianza implica reciprocidad. Vamos depositando nuestra confianza en el otro al comprobar que no somos defraudados y, al mismo tiempo, porque experimentamos que también somos objeto de confianza. Esperamos, porque estamos convencidos de que vamos a recibir. Damos, porque a nosotros nos han dado. El egoísta, el que sólo pide, el que recibe y nunca da, acaba con la relación. Cuando se establece una relación de mutua confianza se está firmando un pacto y quien lo incumple hace fraude; la estafa es especialmente grave cuando uno se aprovecha de que el otro confía.



La confianza hay que saber administrarla, y es complicado. En primer lugar, tenemos que ganarnos la confianza de los otros y, en segundo término, no podemos pretender que todo el mundo se fíe de nosotros. También sabemos que, desgraciadamente, no podemos confiar en todo el mundo, que esa actitud no es prudente, que la dura realidad nos dice que hay que tomar precauciones.




Además, si nos 'abrimos', si depositamos nuestra esperanza en el otro, de alguna forma le convertimos en deudor nuestro, esperamos de él su comprensión y a veces una respuesta equivalente, pero puede ocurrir que la otra persona no quiera establecer una relación tan estrecha. No debemos pasarnos ni quedarnos cortos. Las relaciones humanas son complejas.



La falta de lealtad y el individualismo egoísta deterioran las relaciones humanas, y entonces se instala la desconfianza y la vida en sociedad se vuelve más triste y dura. Estaría bien que entre todos lográsemos que no se convierta en un signo de nuestro tiempo. Cuando el homínido dejó el árbol y se adentró en un medio desconocido y lleno de peligros encontró en la asociación con otros miembros de su especie la forma de no perecer.
DESARROLLEN LA SIGUIENTE ACTIVIDAD E IMPRIMAN.
Eres una persona segura de ti misma???
Bueno, pues si tienes alguna duda en si lo eres o no, con este test lo vas a poder comprobar.
Espero a que se animen a hacerlo. ¿? Ánimo!!!
1.En la calle o en compañía,
¿Te sientes el centro de atención y piensas que todos te miran?
a)Sí
b)Según las circunstancias
c)No
2.Piensas que físicamente no estás a la altura de otras mujeres u hombres??
a)Sí
b)Lo he pensado, pero ahora ya no
c)No
3.¿Eres pesimista?
a)Sí
b)Mis ilusiones se han esfumado ya hace un tiempo
c)No
4.¿ Cómo te comportas con personas más extrovertidas que tú?
a)De forma tímida
b)Aprovecho para desmelenarme
c)Desaparezco con cualquier pretexto
5.¿Te sientes cómodo/a con personas más cultas que tú?
a)Sí, mientras no hagan alarde
b)Me atemorizo fácilmente
c)Nadie me hace sentir inferior
6.¿Te resulta difícil hacer preguntas a personas que ves por primera vez? a)Sí, si veo que también son tímidas.
b)Sí
c)No
7. ¿Haces alarde de tu feminidad o masculinidad?
a)Apenas
b)Sí
c)No, en absoluto
8. ¿Eres una persona que siempre dice que sí? a)Sí, es más fácil
b)No
c)Me gusta llevar siempre la contraria
9. ¿Qué haces para conservar la línea?
a)Intento cuidarme
b)Sigo métodos muy estrictos
c)No me planteo el problema
10. ¿Te gusta dar consejos?
a)No, y mucho menos recibirlos
b)Me basta con expresar mi parecer
c)Sí, me gusta
11. ¿Te sientes satisfecho/a con tu trabajo?
a)No, no lo he elegido yo
b)Sí, completamente
c)Me gustaría cambiar
12. ¿Practicas algún deporte?
a)Sí, con regularidad
b)Ya no tengo edad
c)Prefiero no hacer el ridículo
13. ¿Te gusta mirar escaparates?
a)Sí
b)No tengo tiempo
c)No me interesan
14. ¿Tienes algún antiguo proyecto pendiente de realizar?
a)Sí
b)No, siempre tengo de nuevos
c)No
15. ¿ Te replanteas volver hacer algún curso que has abandonado?
a)Sí, cuando me siento <<>>
b)No
c)Sí
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jueves, 5 de noviembre de 2009

SINCERIDAD


La sinceridad

“Nido de víboras”

Para Roberto, la experiencia de tener un trabajo, el primero, se volvió molesta. Le pagaban bien y se sentía contento de aportar algo para el gasto de su familia, pero el ambiente de sus compañeros de trabajo no le gustaba. Unos cuantos eran quienes llevaban la voz cantante y echaban a perder el compañerismo con los chismes y burlas no sólo de los demás compañeros, sino, sobre todo, de los jefes. ¡Se sabían obras y milagros de cada uno de ellos, y lo que no sabían, lo inventaban! Lo que más molestaba al nuevo empleado era que a aquellos mismos a quines criticaban, cuando los tenían de frente, los adulaban y trataban de ganarse sus favores con regalos y festejos. ¿Cómo podían vivir así? Se atrevió a manifestar su sentimiento y, aunque vio que algunos de sus compañeros estaban de acuerdo, otros lo consideraron peligroso y se encargaron de echarlo del trabajo, fastidiado por aquel nido de víboras.

Consiguió otro empleo y llegó a ser jefe de personal en un ambiente diferente. La vida da muchas vueltas y un día llegó a solicitar trabajo uno de aquellos compañeros que le había hecho la vida imposible. Lo llamaba don Roberto y le recordaba, cínicamente, que habían sido compañeros. Era un hombre muy capaz, pero, humanamente, era dañino para cualquier empresa. No lo aceptó porque no sabía ser sincero.

¿Qué es y qué no es la sinceridad?

Es una palabra que tiene su origen en el latín, donde significa “pureza” o “limpieza”. Ser sincero es ser limpio, no tener mancha.

Ya entre nosotros, la sinceridad es no sólo decir la verdad, sino actuar con verdad, actuar limpiamente, sin dobleces ni hipocresías.

Desde luego no es sincero el que, presumiendo de serlo, se dedica a decir verdades molestas y humillantes a los demás. Esa persona es un impertinente y un mal educado que no tiene sensibilidad ni caridad para convivir con los demás. Podemos y debemos decir la verdad, pero siempre anteponiendo la prudencia y el respeto que nos merece la dignidad y la buena fama de nuestro prójimo.

El ejemplo arrastra

¡Qué importante que los papás hablen a sus hijos y les vayan trasmitiendo los valores que ellos mismos recibieron!, pero mucho más importante es que actúen de acuerdo con esos mismos valores. Las palabras se las lleva el viento, los ejemplos se quedan grabados en el alma como marcas impresas con fuego.

A los niños se les queda grabado el trato sincero a nuestras buenas amistades, el cariño con el que las recibimos y la alegría de compartir con ellas los momentos mejores de nuestra vida.

Aprenden, si ven que el respeto a los maestros se tiene no sólo cuando los van a ver a la escuela, sino cuando hablan de ellos delante de sus hijos.

Dar regalos de cumpleaños, de bodas, de Navidad, es otra ocasión para enseñar la sinceridad. Si damos lo que no queremos, lo defectuoso o hacemos regalos para salir del paso, estamos enseñando falsedad e hipocresía. Un regalo es dar parte de uno mismo y el cariño comienza desde el momento en que escogemos lo que vamos a dar, la forma como presentamos el regalo y llega hasta el interés de que ese regalo guste y sea bien recibido. Un regalo debe ser una expresión sincera de afecto y agradecimiento.

Quítate la máscara

Para ser aceptados en ciertos ambientes en los que nos movemos ¡nos ponemos una máscara! Esa máscara impide a los demás ver nuestra realidad y nuestro interior. Nos tratan por lo que aparentamos y nos acostumbramos tanto al disfraz que nos posesionamos de nuestro papel y dejamos de ser nosotros mismos. Ninguna máscara es más bella que nuestro sencillo interior.

Quitémonos la máscara y mostrémonos tal como somos. Nos aceptarán las personas que aprecien nuestros valores humanos y nos sentiremos libres sin tener que fingir lo que no somos. Nos daremos cuenta de que las personas que nos aceptan en nuestra sencillez suelen ser muy parecidas a nosotros y que nos aprecian con sinceridad.

Representar un papel que no nos corresponde produce fatiga y desequilibrio enfermizo.

Dios ve a través de nuestra máscara y nos ama por lo que somos, no por lo que aparentamos ser.

Somos sinceros...

Si no hablamos mal de nuestros amigos a espaldas de ellos.

Si no damos una falsa impresión aparentando ser lo que no somos o tener lo que no tenemos.

Si no humillamos a los demás porque no son como nosotros.

Si no decimos mentiras por conveniencia.

Si brindamos nuestra amistad sin interés de recibir algo.

Autor:
Padre Sergio G. Román

Fuente:
www.emf2009.com
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martes, 3 de noviembre de 2009

ORDEN


Independientemente de lo que estés tratando de hacer, hay tres pasos importantes que tienes que dar:

Organizarte
Concentrarte
¡Hacerlo!
El problema es que, para nosotros, cada uno de estos pasos significa dar muchos pequeños pasos. Pero aprender a darlos es una destreza que te ayudará mucho en la vida. Tenemos muchas cosas que hacer en el día y cada una de ellas sigue este proceso de tres pasos. Tomemos como ejemplo el cepillarse los dientes.
Organizarse significa estar donde debes estar y reunir los materiales necesarios. Para cepillarse los dientes: ir al baño, sacar el cepillo, la pasta de dientes y abrir el grifo.
Concentrarse significa seguir adelante con la tarea. Los dentistas dicen que hay que cepillarse durante 3 minutos, lo que significa seguir cepillándose aunque escuches una canción buenísima en la radio o recuerdes que querías llamar a tu amigo. Concéntrate y recuerda lo que el dentista te dijo sobre cepillarte desde las encías.
¡Hacerlo! Si llevas a cabo los pasos 1 y 2, el paso 3 se hace casi solo. ¡Hurra, han pasado los 3 minutos y tus dientes están limpios! Hacerlo significa acabar y dar los últimos retoques. Con el cepillado de los dientes, sería: cerrar el grifo, guardar el cepillo y la pasta de dientes y ¡comprobar que no te queda pasta de dientes en la cara!
Puede que estés pensando: “Yo sé cepillarme bien los dientes”. En tal caso, eso es excelente porque significa que puedes aplicar esas mismas destrezas en la escuela o a cualquier proyecto que tengas que realizar, como las tareas escolares o limpiar tu habitación.

ORGANÍZATE.
Ser organizado es una destreza importante tanto en la vida. Cuando eres muy organizado, puedes concentrarte, en lugar de pasar tiempo buscando cosas como loco y distrayéndote con cosas sin importancia. ¿Qué significa ser organizado? En el trabajo escolar, significa tener un cuaderno o un lugar donde guardar todas tus tareas, y así saber qué tienes que hacer y cuándo. Tener archivadores o carpetas claramente etiquetadas y guardar todas tus tareas escolares en orden y en un lugar específico: es lo principal de la organización.
Con tus cosas en casa, ser organizado significa tener un lugar donde ponerlas y guardarlas cuando terminas. Significa colgar tu abrigo en lugar de dejarlo tirado en el piso o echarlo en una silla. Significa guardar la mochila, los zapatos y la ropa interior limpia siempre en los mismos lugares para que sepas dónde encontrarlos en todo momento.

La planificación también forma parte de ser organizado. Planificar significa decidir qué vas a hacer y cuándo lo vas a hacer. Los calendarios, las listas y los horarios pueden ayudarte a planificar. Puedes comprar o dibujar un calendario y tenerlo cerca de tu área de trabajo. Sería conveniente elaborar un horario o una lista de cosas que hacer. Mirar la lista te puede ayudar a saber qué necesitas hacer. Añade cosas cuando te den tareas nuevas y márcalas cuando las hayas terminado. Utiliza la lista para decidir qué es lo más importante y empieza por ahí.
Si tienes que hacer un gran proyecto, escribe la fecha de entrega en tu calendario. Pero no esperes hasta poco antes para comenzar el proyecto. Escríbelo en tu lista de cosas que hacer o en tu calendario con semanas de antelación (¡esto se le llama planificar con tiempo!) De esa forma, no esperarás hasta el último minuto. Trabaja en un gran proyecto un ratito cada vez. Eso no solo te producirá menos estrés, sino que también te llevará a realizar un mejor trabajo. Tus maestras saben cuándo has trabajado y cuidado tus tareas, y cuándo las has hecho deprisa y corriendo justo antes de entregarlas.
Necesita un poco de esfuerzo extra para organizarte a ti mismo y tus cosas. Pero una vez te has organizado, te sientes muy bien. Cuanto menos tiempo pases buscando cosas por todas partes o poniéndote nervioso por las tareas, más tiempo tendrás para cosas mejores, como leer un buen libro o jugar.
PROTEGE TU ENTORNO
Aire limpio, agua limpia… ¿área de trabajo limpia? Sí. Las dos primeras contribuyen a un planeta sano. La última crea hábitos de trabajo saludables. Es mejor disponer de un escritorio o una mesa que puedas usar siempre para hacer los deberes. Si asocias ese entorno al trabajo, puedes concentrarte más rápidamente. (Por eso no es buena idea hacer los deberes en la cama; asocias ese entorno con dormir, ¡no con aprender!)
Ten tu área de trabajo bien surtida de plumas, lápices, cuadernos y libros de texto; cualquier cosa que necesites para hacer tus tareas. Si utilizas la mesa de la cocina u otro espacio que no sea siempre tuyo, considera la posibilidad de crear una “caja de trabajo”, en la que puedas guardar papel, plumas, libros y otros materiales de forma que no tengas que buscarlos por todas partes cuando la mesa esté despejada. Así, puedes agarrar la caja y voilà: área de trabajo instantánea.
Dondequiera que trabajes, trata de asegurarte de que no vas a distraerte. Apaga la televisión, el celular, desconecta la Internet y cualquier dispositivo de mensajería instantánea. ¿Crees que puedes ver la televisión y leer el libro de Ciencias? Piénsalo bien. Es menos probable que recuerdes la información que lees cuando parte de tu atención está en otra cosa. Si tienes hermanos o familiares ruidosos, pídeles amablemente que se vayan a otro sitio. Si no se van o no se tranquilizan, busca un lugar más tranquilo.
CONCENTRARSE
En casa.
Una vez que has creado el entorno adecuado para hacer los deberes, tienes que concentrarte, ser perseverante y hacer el trabajo. ¿No sabes cómo seguir? ¿Necesitas descansar un minuto? Hazlo lejos de tu mesa de trabajo. Ve a por un vaso de agua o date un paseíto (¡pero vuelve en seguida!). No enciendas la televisión o empieces a leer tu email; es probable que esas tareas terminen absorbiéndote. No dejes de pensar en el premio: una tarea acabada.
Para concentrarte, habla contigo mismo durante el trabajo. Pregúntate: “¿Qué tengo que hacer ahora?” y contéstate. Quizás respondas: “Bueno, tengo que hacer el siguiente problema de matemáticas. Vamos a ver… Voy por el número 5. Empezaré leyendo el problema para mí mismo”. Luego, hazlo. Pregúntate: “¿Y ahora qué hago?” Después, vuelve a contestarte. “Bien, tengo que averiguar cuál es la mitad de 46”. Y, ahora, ¿qué? “Pues escribo 46 y lo divido por 2”. Entonces, hazlo.
Entiendes, ¿no? Habla contigo mismo mientras tratas de hacer algo, paso a paso, como si fueras la maestra. Esto te ayuda a concentrarte en el trabajo. ¡No te des por vencido! Ya casi lo consigues. (¡No olvides decirte eso a ti mismo!)
Podrías estar preguntándote: “Pero, ¿cómo me concentro cuando estoy limpiando mi habitación o haciendo algo que mis padres me han pedido que haga?” Para concentrarse en cualquier trabajo, habla contigo mismo mientras lo haces. Si estás limpiando tu habitación, pregúntate: “¿Qué me dijo mi mamá que hiciera?” Respuesta: “Oh, sí, que limpie mi habitación”. Pregúntate: “¿Por dónde empiezo?” Tu posible respuesta: “Supongo que recogeré toda la ropa del suelo”. Luego, hazlo.
Ahora… supongamos que bajo los pantalones de mezclilla que acabas de recoger, encuentras ese CD que has estado buscando por todas partes. Decides escucharlo y, antes de que te des cuenta, estás cantando con tu micrófono de juguete. ¿Aún concentrado? ¡Huy! Ya te distrajiste. Pregúntate: “Un momento, ¿qué se supone que debo estar haciendo ahora?” Respuesta: “Oh, sí, recoger mi ropa”. Entonces, vuelve al trabajo.
Después de recoger toda la ropa, pregúntate: “¿Qué debería hacer ahora?” Posible respuesta: “Haré la cama”. Entonces, hazla. Sigue hablando contigo mismo hasta que la habitación esté limpia. Observa cómo estás progresando y dite a ti mismo: “Lo estoy haciendo muy bien. Mi mamá estará contenta (y, quizás, ¡sorprendida!)”.
En la universidad
Puede ser difícil concentrarse todo el día en la universidad. Pero, afortunadamente, las asignaturas cambian y no tienes que concentrarte en lo mismo todo el día. Cada asignatura dura sólo un rato, así que necesitas concentrarte durante breves períodos de tiempo. Normalmente, dispones de un pequeño descanso mientras cambias de libros o materiales para la siguiente asignatura.
En la universidad, si te pones a pensar en otra cosa (¡o te viene sueño!) mientras estás escuchando a la maestra o trabajando en tu sitio, quizás necesites cambiar de postura para estar más cómodo. Respira hondo, o levántate y estírate (cuando tu maestra diga que puedes) para estar a tono con lo que se está diciendo.
Para concentrarte en el trabajo, habla contigo mismo mientras lo haces. Hazte preguntas sobre lo que tienes que hacer, después respóndelas y sigue los pasos necesarios. Ve paso a paso hasta que termines.
Si el trabajo es difícil, no te des por vencido. Inténtalo de verdad o pide ayuda. Posponerlo o entretenerte no te ayudará a aprender, y no hará más fácil tu trabajo. Desafía a tu cerebro… ¡es un buen ejercicio!
Cuando no entiendas algo o no sepas cómo hacerlo, pide ayuda a la maestra. Si no lo haces, tu mente empezará a divagar y, antes de que te des cuenta, estarás en el país de las maravillas. En lugar de eso, haz una pregunta y presta atención a la respuesta. Si sigues en la confusión, habla con tu maestra después de clase.
Soñar despierto
No hay nada malo en tener una buena imaginación, a menos que te domine en el momento equivocado, como en mitad de una clase. Si las ensoñaciones desordenan tu mente, busca una forma de canalizarlas en el momento del día más adecuado: después de clase.
Podrías empezar a escribir tus ensoñaciones en un diario al final del día. Así no estarás desactivándolas, tan solo posponiéndolas hasta un poco más tarde. Si no te gusta escribir, prueba a pintar, construir o busca otras formas de dejar fluir tu creatividad.
Vecinos ruidosos
Si tus compañeros te distraen, pídeles amablemente que dejen de hablar. ¿Eres tú el parlanchín? Guarda la charla para la hora del almuerzo o para el recreo. Si sigues distraído, quizás haya algo que la maestra pueda hacer para ayudarte.
¡Hacerlo!
¿Qué es mejor que ser organizado y estar concentrado? ¡Haber terminado! No solo te alegrará saber que has hecho bien, sino que tienes algo porqué sentirte orgulloso. Prosigue hasta que esté todo hecho, y no te rindas cuando vayas por la mitad. Asegúrate de que tu tarea está limpia y bien hecha. Revisa tu trabajo por si hay algún error. Corrige cualquier error que encuentres. Si se trata de un proyecto o el resumen de un libro, dale los últimos retoques.
Cuando hayas terminado parte de los deberes, marcarlo acabado en tu lista de tareas puede darte una agradable sensación. Cuando hayas terminado todos tus deberes, te queda una cosa más: tienes que llevarlos a la escuela. ¡No sirve de mucho dejarte la tarea en el escritorio!
Para estar seguro de que estás preparado para ir a la escuela, revisa tu mochila. Asegúrate de que tu nombre esté en la tarea, de que la tarea esté en un lugar seguro (como una carpeta), de que la carpeta esté en tu mochila y de que tu mochila no se quede en el auto o en el autobús. Trabajaste mucho, ¡mereces que se te reconozca el mérito!
Con las tareas domésticas, hacerlas significa perseverar hasta terminar todo el trabajo. Cuando creas que has terminado (o casi), echa un vistazo a la habitación por si se te olvidó recoger algo. ¿La cama hecha? Compruébalo. ¿Los zapatos guardados? Compruébalo. ¿La ropa sucia en la cesta apropiada? Compruébalo. ¿La ropa limpia en el cajón? Compruébalo. ¿Los juguetes y los libros en su sitio? Compruébalo.
Si tu trabajo es darle de comer al perro, no has terminado del todo hasta que le hayas servido la sabrosa comida para perros. Hacer el trabajo significa tirar la lata de comida vacía a la basura, enjuagar la cuchara y ponerla en el fregadero. O si estás poniendo la mesa para comer, no te detengas después de poner solo los platos. Haz todo el trabajo y coloca también los utensilios y las servilletas. No te olvides de los vasos. Oh, sí, ¿y la sal y la pimienta? ¿Se necesita algo más en la mesa?
En cualquier cosa que hagas, hacerlo significa terminar lo que empiezas, hacer un buen trabajo y revisarlo. Ah, y otra cosa importante: dedica un momento a admirar el trabajo que has realizado. Mereces estar orgulloso. ¡Buen trabajo!
Ayuda de los demás
Cuando estás intentando aprender estas destrezas, necesitarás ayuda de tus padres y de otros adultos, como los maestros. Pero el secreto está en entender que no es bueno que ellos hagan tu trabajo. Algún día, tendrás que hacer las cosas sin ayuda.
Aquí tienes dos listas. Una, con ejemplos de cosas para las que puedes pedir ayuda a las demás personas. La otra es una lista de cosas que los mayores no deberían hacer por ti.

Tu familia y los maestros deberían:

Enseñarte cosas nuevas;
Responder a tus preguntas sobre lo que has aprendido o sobre la tarea;
Proporcionarte un entorno tranquilo donde puedas concentrarte;
Proporcionarte los materiales necesarios para que puedas hacer el trabajo;
Revisar tu trabajo y ayudarte a corregir los errores;
Darte consejos prácticos sobre cómo organizarte y concentrarte;
Ayudarte a decidir dónde guardar las cosas en tu habitación;
Darte trabajos domésticos adecuados para niños;
Dejar que les ayudes en el salón de clase y en casa.


Tus familiares y los maestros no deberían:

Darte las respuestas a las preguntas de los deberes;
Hacer partes importantes de la tarea por ti, como investigar o escribir;
Corregir los errores;
Organizarte el trabajo, la mochila o el armario;
Tener que recordarte mil veces que hagas las cosas que se supone que debes hacer;
Limpiar tu habitación (¡lo siento!)
A medida que avanza el tiempo, tendrás que responsabilizarte cada vez más de tu propio trabajo. Si prestas atención a la forma en que tus familiares y maestros te guían cuando haces la tarea, sabrás hacerla sin ayuda cuando llegue el momento, que será pronto. Las buenas notas no son el único beneficio. Cuantas más tareas hagas bien sin ayuda, te sentirás mejor. Esto también se aplica a las cosas que estás aprendiendo a hacer en casa.
A veces, los estudiantes tardan mucho en empezar a trabajar, posponen los deberes o tienen problemas en concentrarse porque no entienden lo que se supone que deben hacer o porque creen que no pueden hacerlo bien. Para eso necesitas la ayuda de tus maestros y de tus padres. Es normal preocuparse por lo que pasará si repruebas, pero intenta confiar en ti mismo y dar lo mejor.
Si tienes problemas, no tengas miedo de seguir pidiendo ayuda. Di a tus padres o maestros cuál es el problema. Algunos estudiantes tienen problemas de atención, lo que hace más difícil organizarse, concentrarse y hacer las cosas. Pero también ellos pueden y deben usar este método de tres pasos para completar mejor las tareas.
La ayuda de los familiares puede ser un pequeño impulso que te ayudará a prepararte para hacerlo por tu cuenta. ¡Quién sabe! Pueda que incluso ayudes a tus padres. Muchos adultos tienen problemas para hacer tareas complicadas, como planificar la cena de toda una semana. Si tu mamá o papá se enfrenta a alguna de estas difíciles tareas, ya sabes qué aconsejarles:

Organízate.
Concéntrate.
¡Hazlo!
Revisado por: D'Arcy Lyness, PhD

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